Es una noticia histórica. Tras años de lucha por parte de decenas de colectivos ecologistas, La Comisión Estatal de Patrimonio Natural del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO), ha incluido al lobo, en todas sus poblaciones estatales, dentro del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. (Real Decreto 139/2011).
Esto quiere decir que, técnicamente, el lobo dejará de estar considerado como una especie cinegética, categoría en la que entró el 4 de abril de 1970 con la Ley 1/1970, (que además compartió con animales como el lince o el oso) y que supuso un primer estadio de “conservación” de la especie. Hasta entonces, el Canis lupus signatus, estaba considerado como una alimaña, por lo que estaba permitido matarlo de manera no controlada, mediante cualquier técnica y en cualquier época del año. Una salvajada ecológica a la que se opusieron naturalistas y divulgadores de la talla del burgalés Félix Rodríguez de la Fuente.
Al igual que entonces, las medidas en torno a las figuras de protección de este endemismo ibérico, han venido rodeadas de polémica. Al norte de la frontera natural del río Duero, las protestas no se han hecho esperar: Asturias, Cantabria, Galicia y Castilla y León votaron en contra de la propuesta de defensa del lobo, precisamente aquellas comunidades en las que aún no se aplicaba ninguna medida especial de preservación. A estas comunidades se les han sumado Madrid, Murcia, Euskadi y Andalucía. Los nueve votos que permitieron que la propuesta saliera adelante fueron los de: Cataluña, Aragón, La Rioja, Extremadura, Castilla-La Mancha, Canarias, Baleares, Melilla (y el propio ministerio).
Sin embargo, la Orden Ministerial que materializará la propuesta homogeneizará el estatus de la especie a nivel nacional. Parece que la biodiversidad ha ganado esta pequeña batalla.
Más allá de consideraciones partidistas o sectoriales, ¿cuál es la situación actual del lobo en nuestro país? Los datos son ligeramente difusos. El censo 2012-2014 de lobo ibérico en España arrojaba cifras modestas. Se contabilizaron 297 manadas, repartidas por casi toda la cornisa noroccidental del país, y algunos individuos sueltos en otras zonas de la meseta central y Pirineos. Igualmente, en este informe quedó constancia de un discreto desplazamiento de grupos hacia zonas donde había tenido una presencia histórica y se encontraba desaparecido.
Actualmente se calcula que viven en España entre 2.000 y 2.500 ejemplares.
A día de hoy se calcula que viven en nuestro país entre 2.000 y 2.500 ejemplares, de los cuales, más de un 95%, viven al norte del Duero. Precisamente es en estos territorios es donde la protección del lobo encuentra más detractores, no solo por parte de agrupaciones ganaderas, sino también por colectivos agrarios y cazadores.
Respecto a la decisión del Gobierno Central, representantes políticos como Alejandro Calvo, Consejero de Medio Rural y Conexión Territorial del Principado de Asturias ha manifestado que “el Gobierno de Asturias rechaza de manera rotunda la inclusión del lobo en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (LESPRE) por parte de la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad”. Y al igual que él, los consejeros de Galicia, Cantabria y Castilla y León han manifestado un profundo repudio ante esta medida, que fue resuelta durante segunda votación tras un empate entre comunidades.
Pero, ¿por qué existen gobiernos en contra de esta prohibición? Según sus detractores, se atenta contra los derechos de los ganaderos, quienes en el pasado año 2020 reportaron solo en Castilla y León 1.835 ataques de lobos, causando la baja de unas 2.600 cabezas de ganado.
Esta ley no significa que el lobo pueda campar a sus anchas haciendo y deshaciendo a su antojo. Aunque probablemente esta medida aumente las poblaciones de este cánido en la península Ibérica, desde el ministerio han advertido que estas medidas serían aplicadas en zonas específicas, en las que deberá evaluarse y certificarse el perjuicio causado, y siempre que no exista una alternativa menos dolosa.
Por su parte el Comité Científico de Flora y Fauna, dependiente de dicho ministerio, elaboró un dictamen el pasado año 2020 en el que se aconsejaba incluir al lobo dentro del LESPRE situándolo en su resolución dentro de la categoría “vulnerable” del Catálogo Español de Especies Amenazadas, a la vez que dejaba clara la importancia de la especie “como patrimonio cultural, científico y los servicios ambientales que produce la presencia de este carnívoro en los ecosistemas naturales”.
Desde el ministerio confirman la importancia de la especie “como patrimonio cultural, científico y ambiental».
Es importante destacar el papel del lobo en la cadena trófica, donde ocupa un lugar de superpredador, lo cual favorece el equilibrio de los demás escalones de las especies de los ecosistemas en los que está presente, complementando la labor que realizan otros carnívoros con los que comparte km2 como el zorro, o con los que no, como el lince.
Precisamente hace apenas un año (enero de 2020) se celebraba en el Juzgado de lo Penal de Ávila el primer juicio contra la caza ilegal del lobo en nuestro país, con varias organizaciones ecologistas y medioambientales presentándose como acusación particular, entre ellas Lobo Marley, quienes tomaron el nombre de un ejemplar de tres años asesinado en 2012 dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa, y que era objeto de estudio científico.
Esta noticia es la punta del iceberg de un problema mucho más grave: el furtivismo. La matanza ilegal de animales continúa teniendo lugar dentro de nuestras propias fronteras, y no solo con el lobo ibérico como objetivo. Por ejemplo, la asociación Proyecto Lobo publicó en 2017 el “informe de aproximación al balance de mortalidad no natural del lobo ibérico”, en la que se estima que anualmente mueren en nuestro país una media de 500-680 ejemplares cada año.
La situación del lobo ibérico necesita actualizarse. Para organizaciones como “Ecologistas en Acción” esta medida recién adoptada es escasa, ya que se contempla la posibilidad ya referida del control poblacional. La entidad así mismo espera que el cambio de paradigma permita actualizar la tensa relación entre los ganaderos y el lobo, con la implementación de medidas que salvaguarden al ganado de una manera más eficiente. Estos pasos contemplarían la ayuda para la adquisición y mantenimiento de perros mastines (que han demostrado ser efectivos durante los ataques de lobos) y buenas prácticas en cuanto a la preservación nocturna del ganado, lo que limitaría los encuentros de manera significativa. A estas propuestas hay que sumar una creciente preocupación por parte de ganaderos y entidades ecologistas, que son los ataques de perros salvajes, cada vez más frecuentes y cuyo estigma, en muchas ocasiones, sigue asumiendo el lobo.
Así y con todo, el complejo caleidoscopio de la realidad del Canis lupus signatus parece que va tomando forma y color, enfocándose. Logrando encontrar un equilibrio para una especie que ha estado al borde de la extinción y que es vital para regular los muy diversos nichos ecológicos en los que es capaz de arraigar. Sería fascinante, poder volver a oír en las azules noches del invierno el lastimero y profundo aullido del lobo, en este mundo en el que las estrellas parecen haber palidecido ante nuestra evolución. Quizá sea una llamada a un mejor equilibrio ecológico y vital.
Seguro que a Félix le alegraría.
https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/esperanzador-futuro-lobo-iberico_16309